Hoy os voy a contar una historia, verdadera y real, contada por un alumno mío del curso pasado.
Antes de dejaros la historia quiero felicitar públicamente a Álvaro (que es su nombre) por su valor en primer lugar y por el reconocimiento que hace de su aprendizaje en segundo lugar. Anécdotas como estas son las que nos hacen seguir trabajando cada día con tanta ilusión en Sopeña Badajoz.
CARTA DE ÁLVARO UREÑA:
La mayor de las satisfacciones
Este verano, mis padres me enviaron a un campamento en un
pueblo, situado en la Cordillera Cantábrica, este pueblo era Villacarriedo.
En este campamento me lo pasé muy bien, hice muchos amigos.
Un día fuimos a la piscina, era un día genial pero de
repente, mi amigo Lucas, se comió cuatro chicles y en ese momento, un niño le
pegó un susto y Lucas se atragantó. No podía respirar, pero en ese mismo me
acordé de una charla que dieron en el colegio sobre los primeros auxilios, en
la que enseñaron a hacer la maniobra de Hemlinch, lo que hice fue, colocarme
detrás de él y apretar con las manos y tirar hacia arriba de la boca de su
estómago, para forzar a expulsar la bola de chicles. Fue justo en ese momento,
en el que expulsó parte de la bola de chicles y volvió a respirar. Lucas me dio
las gracias, y me dijo que si no fuera por mí, se hubiese ahogado. En ese
momento me sentí muy orgulloso.
Lo que me enseñó este momento fue, que cualquier exposición
en el colegio, por tonta o aburrida que parezca, puede ser muy útil en el
futuro, de tal modo que, dale importancia al trabajo de los profesores, que intentan dar charlas
que tarde o temprano te serán útiles.
Álvaro Ureña
1º ESO
Alumno Colegio Sopeña Badajoz